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IGNACIO MARTÍN
Salamanca, 1968

 

Hace diez años
Aristaráin me hizo salir,
me hizo buscar mi lugar en el mundo.

Hoy,
el tiempo habla poco,
aunque
sigue diciendo que puede uno venderse,
mas nunca claudicar;

todo

menos entregarse.

Y,
sobre todo,
que no tengo más patria que Pilar.
Ni modo,
mi lugar en el mundo tiene mucho
de
lugar común.


Así pues,
para muchos,
no soy más que un apátrida.

Desde luego,
de esas patrias de trapos de colores,
he conseguido serlo,
a Dios gracias.

Ya lo dije en un verso,
ya lo habían dicho antes,
mi patria, si existe,
está donde se encuentren mis amigos,
mis afectos.

Mi patria son mis amigos.

Ya ven,
al final, resulta que lo que voy a ser es
multipátrida.


Ya lo había escrito alguna vez:
VIVIR ES RECORDAR…

Disfruto la nostalgia
y la memoria.

Y es que el futuro no parece ser lo que esperábamos,
sin dejar de ser lo único posible.

Por eso,
como me encanta perderme en los recuerdos,
pasear por la nostalgia,
en este atardecer de otoño, esta Salamanca,
mi Salamanca,
es eso,
mía…

Y no me la quita nadie.


Cuando reencuentras a los viejos amigos,
a los buenos amigos,
se hacen uno el futuro
y la nostalgia.


Para mí
Salamanca
es un recuerdo vivo

Vivo, pero recuerdo

Al fin y al cabo

En este viaje he descubierto que,
al menos para mí,
Salamanca es la ciudad ideal
para volver.


La belleza puede ser opresiva
opresiva
opresiva
opresiva
opresiva

obsesiva

El tiempo detenido
puede
ahogar


Aunque la belleza sea eterna
y el tiempo no exista


No vayan a pensar
que está todo perdido
ni me doy por vencido
ni leches…

Ni madres.


Sigo esperando,
alguna vez,
levantar ese puño,
Julio,
En pleno paraninfo.



que me arriesgo,
claro.

Sé también,
eso sí,
que renuncio
a la seguridad
por la utopía.

Dejaré atrás un futuro,
treinta años y un día,
o más,
de vida resuelta,
cómoda,
no digo que vacía:
la que me espera puede ser peor.

Sólo sé,
sin embargo,
que no podría ser salmantino burocrático.

Ya es imposible.

Incluso si Salamanca ya es más Ítaca
que nada.

Incluso,
esa Ítaca mía,
nuestra,
podrá tener futuro,
podrá ser el futuro,
dármelo,
dárnoslo,
pero no las certezas.

Salamanca, octubre de 2002
de Valija de versos