Revista AtrilRevista AtrilRevista AtrilRevista Atril
tertulia revistas gárgola blog contacto

RAÚL ARAGONESES
Mérida, 1978

 

ANUNCIO

Hoy al salir del supermercado y de camino a casa, una mujer desnuda llega dentro de una botella a la arena de la playa y como no entiendo ni entenderé nunca ciertas metáforas de esta vida, ato cien gaviotas a una cuerda con olor a estómago de vaca y vuelo, vuelo despavorido hacia el infinito... Bueno, hasta Marte, y como hay mucho espacio libre, construyo una chabola con los restos de los cohetes que han caído y están repartidos por toda la superficie, y la coloco cerca del río que está muy seco; y como me da mucha pena que esté así, tan seco digo, hago un pis cerca de la orilla, ¡y es tan bonito el contraste entre el amarillo chillón de mi pis y el rojo del suelo de Marte! Y comienza a haber humedad y a brotar una fina hierba verde y como me acuerdo de que tengo un hueso de melocotón en el bolsillo y como además en Marte no hay primaveras y a mí por la temperatura me parezca que es verano, lo siembro y comienzan a crecer miles de melocotoneros que darán cientos de melocotones, que darán más árboles, que... Y como soy un niño muy listo porque la profesora Paquita siempre me lo dice y como además tengo sangre de empresario por mi abuelo materno, creo la Compañía Frutícola de Melocotones, S.A., y envío cajas de mil unidades sobre cometas que llevan pegatinas en la frente con mi nombre y que viajan a planetas que no escribo porque tienen unos nombres muy difíciles y porque los descubrirían los americanos y enviarían misiles en vez de regalos, y se acabaría mi negocio, y los agujeros negros, y las estrellas y Dios claro, y la clase de religión donde saco un muy destacado en rojo que mi abuela siempre me recompensa con una sonrisa de plástico y cinco duros, y... Y me hago muy rico y contrato a treinta marcianos azules para que limpien todo el espacio de satélites y cohetes oxidados, y sé que la gente de allá abajo me lo agradecerá algún día porque ya no sonará el busca de papá en el teatro, ni los móviles en las conferencias, ni la música heavy en el piso de arriba, ni..., aunque dejaré uno para la televisión, para que no se nos olvide que en otros lados del mundo vive gente que pasa hambre y pena y con ganas de respirar aire que huela a algodón de feria... Y envío un meteorito de ida y vuelta a la Tierra que recoge a Laura que siempre me dijo que era muy feo porque tenía los dientes separados y la sorprendo tanto con mi cutis tan fino y mis posesiones que la llevo a la Luna por la Vía Láctea a borrar las huellas de los americanos y cuando voy a pedirle que se case conmigo, ella me dice que no, que no puede ser verdad, que es un sueño, y yo le digo que no y que para que lo sepa le digo que yo sé dónde vive el Principito del cuento que le regalé por su cumpleaños y que a ella le gustó mucho porque yo me reí con mis dientes manchados de chocolate, pero se pone a llorar y dice que no, que ella quiere volver a su cama, que prefiere a su mamá que le cuenta secretos para estar siempre guapa y gustar a los niños de dientes juntos y me enfado tanto que le tiro el hueso de melocotón a la cara y comienza a salirle un chichón en la frente, y ella, llora que te llora, coge polvo lunar y me lo tira a los ojos, y entonces me pongo a llorar, y aunque somos mayores y nuestro llanto suena por todo el universo y más allá, comenzamos a llamar a nuestras mamamamamamamamamaaa

-Jorge, cariño ¿estás bien? Esas pesadillas de todas las siestas...
-¡Ah, mamá! He tenido un sueño...
-¡Terrible!
-Sí, tan terrible como un yoghurt de macedonia...
-Por cierto cariño, ¿qué haces con el paquete de compresas de tu hermana en las manos?